miércoles, 18 de febrero de 2015

Pero es que yo no puedo ser uno de esos tipos que andan siempre con el corazón en la mano (...) Mi estilo de querer es ése, un poco reticente, reservado al máximo, sólo para grandes ocasiones. Quizá haya una razón y es que tengo la manía de los matices, de las gradaciones. De modo que si siempre estuviera expresando al máximo, ¿qué dejaría para esos grandes momentos (hay cuatro o cinco en cada vida, en cada individuo) en que uno debe apelar al corazón a pleno?

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