martes, 20 de octubre de 2009

Sabiduría vs Verdad

Lo único que no entiendo es por qué he tardado tanto en saber que todo eso lo he sabido siempre.

domingo, 18 de octubre de 2009

Simple IV

Sentirse en sintonía o en conexión con alguien es uno de los sentimientos más satisfactorios que existen.

domingo, 11 de octubre de 2009

Esperanza II

Porque felizmente (pensaba) el hombre no está sólo hecho de desesperación sino de fe y de esperanza; no sólo de muerte sino también de anhelo de vida; tampoco únicamente de soledad sino de momentos de comunión y de amor. Porque si prevaleciese la desesperación, todos nos dejaríamos morir o nos mataríamos, y eso no es de ninguna manera lo que sucede. Lo que demostraba, a su juicio, la poca importancia de la razón, ya que no es razonable mantener esperanzas en este mundo en que vivimos. Nuestra razón, nuestra inteligencia, constantemente nos están probando que ese mundo es atroz, motivo por el cual la razón es aniquiladora y conduce al escepticismo, al cinismo y finalmente a la aniquilación. Pero, por suerte, el hombre no es casi nunca un ser razonable, y por eso la esperanza renace una y otra vez en medio de las calamidades. Y este mismo renacer de algo tan descabellado, tan sutil y entrañablemente descabellado, tan desprovisto de todo fundamento es la prueba de que el hombre no es un ser racional. Y así, apenas los terremotos arrasan una vasta región de Japón o de Chile; apenas una gigantesca inundación liquida a centenares de miles de chinos en la región del Yang Tse; apenas una guerra cruel y, para la inmensa mayoría de sus víctimas sin sentido, como la Guerra de los Treinta Años, ha mutilado y torturado, asesinado y violado, incendiado y arrasado a mujeres, niños y pueblos, ya los sobrevivientes, los que sin embargo asistieron, espantados e impotentes, a esas calamidades de la naturaleza o de los hombres, esos mismos seres que en aquellos momentos de desesperación pensaron que nunca más querrían vivir y que jamás reconstruirían sus vidas ni podrían reconstruirlas aunque lo quisieran, esos mismos hombres y mujeres (sobretodo mujeres, porque la mujer es la vida misma y la tierra madre, la que jamás pierde un último resto de esperanza), esos precarios seres humanos ya empiezan de nuevo, como hormiguitas tontas pero heroicas, a levantar su pequeño mundo de todos los días: mundo pequeño, es cierto, pero por eso mismo más conmovedor. De modo que no eran las ideas las que salvaban al mundo, no era el intelecto ni la razón, sino todo lo contrario: aquellas insensatas esperanzas de los hombres, su furia persistente para sobrevivir, su anhelo de respirar mientras sea posible, su pequeño, testarudo y grotesco heroísmo de todos los días frente al infortunio. Y si la angustia es la experiencia de la Nada, algo así como la prueba ontológica de la Nada, ¿no sería la esperanza la prueba de un Sentido Oculto de la Existencia, algo por lo cual vale la pena luchar? Y siendo la esperanza más poderosa que la angustia (ya que siempre triunfa sobre ella, porque si no todos nos suicidaríamos) ¿no sería que ese Sentido Oculto es más verdadero, por decirlo así, que la famosa Nada?

Esperanza

Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí, resucitando. Gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal porque me mató tan mal, y seguí cantando... Cantando al sol como la cigarra, después de un año bajo la tierra, igual que sobreviviente que vuelve de la guerra...
Tantas veces me borraron, tantas desaparecí, a mi propio entierro fui solo y llorando. Hice un nudo en el pañuelo pero me olvidé después que no era la única vez, y seguí cantando... Cantando al sol como la cigarra, después de un año bajo la tierra, igual que sobreviviente que vuelve de la guerra...
Tantas veces te mataron, tantas resucitarás, ¡cuántas noches pasarás desesperando! Y a la hora del naufragio y a la de la oscuridad, alguien te rescatará para ir cantando...
Cantando al sol como la cigarra, después de un año bajo la tierra, igual que sobreviviente que vuelve de la guerra...

jueves, 8 de octubre de 2009

Cansada.

Hay una barrera, una línea invisible, un límite, en el interior de cada uno. Está poco definido pero siempre está ahí, latente. Quizás uno no le presta mucha atención en un principio, hasta que hace acto de presencia: todos sabemos o sentimos a ciencia cierta cuando este fue atravesado. "Tocar fondo", le decimos: hasta acá llego, esto es todo lo que puedo dar, todo lo que puedo ser y hacer.
Hasta acá puedo tolerarte.
Uno aguanta y resiste pero una vez atravesado el límite, lamentablemente no hay vuelta atrás. Uno toca fondo, rebota y resurge en la superficie pero siempre es de otra manera, en otras circunstancias, con otra gente. Algo cambia.
Yo realmente pensaba que por ciertas personas uno puede hacer y ser lo que sea, pero todo tiene un límite, lo tengo yo y lo tienen las cosas, las relaciones. Supongo que una mezcla de orgullo, valores, ego, costumbres y qué se yo qué más, no nos permite tranzar con ciertas cosas. Generalmente nos estiramos todo lo posible para lograr ser aceptados, integrados, valorados, queridos en definitiva, pero en algún momento se hace intolerable.
Es molesto y frustrante cuando uno siente que da todo y no alcanza, pero en el fondo debe haber tranquilidad: hice todo lo que yo pude hacer. Tal vez otro, también con limitaciones pero distintas, es más apto (o no) para alguien, para algo, pero yo hice todo por lograrlo.

miércoles, 7 de octubre de 2009

¡Al fin!

...y que nada está perdido si se tiene por fin el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo.
J. Cortázar

lunes, 5 de octubre de 2009

Eso sólo.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.

Mario Benedetti