Hay una barrera, una línea invisible, un límite, en el interior de cada uno. Está poco definido pero siempre está ahí, latente. Quizás uno no le presta mucha atención en un principio, hasta que hace acto de presencia: todos sabemos o sentimos a ciencia cierta cuando este fue atravesado. "Tocar fondo", le decimos: hasta acá llego, esto es todo lo que puedo dar, todo lo que puedo ser y hacer.
Hasta acá puedo tolerarte.
Uno aguanta y resiste pero una vez atravesado el límite, lamentablemente no hay vuelta atrás. Uno toca fondo, rebota y resurge en la superficie pero siempre es de otra manera, en otras circunstancias, con otra gente. Algo cambia.
Yo realmente pensaba que por ciertas personas uno puede hacer y ser lo que sea, pero todo tiene un límite, lo tengo yo y lo tienen las cosas, las relaciones. Supongo que una mezcla de orgullo, valores, ego, costumbres y qué se yo qué más, no nos permite tranzar con ciertas cosas. Generalmente nos estiramos todo lo posible para lograr ser aceptados, integrados, valorados, queridos en definitiva, pero en algún momento se hace intolerable.
Es molesto y frustrante cuando uno siente que da todo y no alcanza, pero en el fondo debe haber tranquilidad: hice todo lo que yo pude hacer. Tal vez otro, también con limitaciones pero distintas, es más apto (o no) para alguien, para algo, pero yo hice todo por lograrlo.
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